Crónicas de Nauzet

Crónicas de Nauzet

domingo, 6 de abril de 2014

Prólogo Segunda Parte Crónicas de Nauzet

Si ya has leído Las Crónicas de Nauzet: Nuevo Orden Europeo, ya puedes leer en primicia y exclusiva el prólogo de la segunda y última parte de Las Crónicas de Nauzet. Si aún no lo has leído, ¿a qué esperas? :)

ATENCIÓN: SPOILER!!

Prólogo: Abril 2016

Sus ojos verdes estaban clavados en la bacheada e inestable carretera que parecía solo tener curvas cerradas. Tenía el pelo rubio recogido en un moño y las manos sudorosas de apretar con fuerza el volante. No dejaba de volver la vista al asiento de atrás. Allí Nauzet descansaba, inconsciente, con magulladuras por todo el cuerpo y alguna que otra herida grave que no dejaba de sangrar. Había quedado enterrado bajo los escombros de la antigua muralla de la Alhambra de Granada durante otra batalla por la supervivencia. La enésima desde que había comenzado todo aquello. Y de ésta era bastante complicado salir, no al menos sin consecuencias.

Hacía un par de minutos que habían dado esquinazo a la única patrullera de la Wiederstand-Waffen que les perseguía, aunque Cristina no se confiaba, podían aparecer en cualquier momento, por más que su compañera de viaje le dijera que ya no vendrían.

     Por ahí. —Llevaba todo el camino diciendo eso con ese extraño acento andaluz de la otra parte de Andalucía. —Frena, o nos matarás.

Ahora que se daba cuenta, Cristina no conocía a esa chica. No como Nauzet. Ella había pasado los últimos meses con ellos, refugiados, pero no habían tenido demasiado contacto. Tampoco es que quisiera tenerlo, por más que Nauzet la convenciera cada vez que tenían un rato para charlar.

     Estamos cerca.

Cristina la miraba de reojo. Ese pelo castaño y esos ojos miel ocultaban algo, pero no atinaba con exactitud a saber qué. Era una chica misteriosa. Demasiado. Iba y venía. Aparecía de modo intermitente en sus vidas. Ella decía que pertenecía a otro grupo de personas que resistían antes incluso de que pasara todo aquello del Nuevo Orden Europeo. Esa comunidad era a la que se suponía que estaban yendo, donde encontrarían otro refugio, que esperaban fuera más seguro, y sobre todo, curar y salvar a Nauzet.

     No me fío de ti. —Cristina quería dejar las cosas claras antes de entrar en su territorio.
     ¿Crees que no lo sé? Pero no es hora de discutir, lo que importa es Nauzet. Allí tenemos un médico…
     Quiero que sepas…que lo hago por él.
     Está claro, yo también lo hago por él. Pero, Cristina, no te equivoques, no pretendo arrebatártelo.
     Él no me pertenece, no es mío.
     Ya.

La tensión entre las dos iba en aumento, y eso se podía ver en la manera de conducir de Cristina. Pura agresividad. ¿Qué se había creído aquella chica? Con esos ojos, la cara sucia por la lucha matinal y el pelo suelto que, a pesar de no peinarse, le quedaba perfecto y reluciente al contacto con los rayos del Sol. ¿Qué tenía ella? Menos mal que Nauzet la había evitado siempre en los momentos más…Menos mal que no la había besado, pero qué más daba eso, si con ella tampoco se había atrevido y eso que habían pasado mucho tiempo juntos y a solas desde lo ocurrido en Campotéjar.
     Para. Es aquí.

¿Aquí? Aquello era un maldito camino de piedras y arenisca que pasaba por entre los árboles de las altas montañas. ¿Dónde se suponía que vivía aquella famosa comunidad?

     Espera mientras voy a avisar, esto es una comunidad inmovilista, precavida y cerrada. Tienen que daros el visto bueno.

Cristina vio cómo ella se bajaba del coche y desaparecía entre unas rocas y unos arbustos. Mientras, ella hizo lo propio, solo para saber el estado de Nauzet. Su pulso era débil y aún estaba inconsciente. Tras unas palmadas en las mejillas, Cristina consiguió que Nauzet se despertara, confuso.

     ¡Nauzet!

A Nauzet le daba vueltas todo. Sentía nauseas a causa del mareo. No sabía dónde estaba, solo podía sentir el suave tacto de la carrocería del vehículo.

     ¿Dónde estoy?
     Hemos conseguido salir de Granada. Venimos con Clara a…
     ¿Quién eres? ¿Quién es Clara? —Nauzet se incorporó y vio a su interlocutor, no tenía ni idea de quién era esa chica de ojos verdes.
     ¡¿Quién voy a ser?! ¡Cristina!
     Lo siento…Yo…No te conozco…
     Vamos Nauzet…Será mejor que descanses, ha sido un día duro y el golpe…
     ¿Qué golpe? ¿De qué me hablas?

En aquel momento llegó Clara, pisando fuerte con sus botas de cuero, con el arco en su espalda y la pistola robada a un policía de la W-W en el cinto. Venía con ella un muchacho, que más que médico, parecía un fraile por el corte de su pelo.

     ¡Clara! —Cristina la apartó, mientras que el médico atendía a Nauzet.
     ¿Qué pasa?

     Creo…Creo que Nauzet ha perdido la memoria.

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